De nuevo hablaré de María Acaso (Proyecto QUESO), esta vez para comentar un capitulo de su libro "Esto no son las Torres Gemelas". En el plasma su preocupación por la alfabetización visual, es decir, por la necesidad de un aprendizaje de segundas lecturas sobre las muchas imágenes a las que estamos expuesto diariamente. Para poder transmitírselo a los futuros niños que tengamos en nuestras aulas, se plantea imprescindible que nosotros, futuros maestros, veamos las imágenes desde un punto de crítico, para ello, hay que sospechar de ellas y analizar los miedos que emanan de ellas. Y de esto último habla Acaso en su texto. Leerlo seguido asusta, por lo que he ido poco a poco descubriendo cada terror y poniendo ejemplos en mi cabeza. Es un capitulo sumamente interesante que trata algo que seguro ha salido en conversaciones con nuestros amigos (especialmente en reuniones de mujeres, ya entenderéis porqué), pero que analizado por alguien que sabe del tema, te hace ser consciente de la cantidad de miedos que nos hacen llegar desde la cúspide, para, como siempre, tenernos donde quieren.
Me parece interesante explicar la clasificación que establece de la forma más resumida que sea posible, ya que acceder al texto no es sencillo, y merece la pena conocerlo. También es interesante saber que el terror se acaba cuando compramos un producto y consumimos un servicio concreto, y esto no es casual y la industria y el capital lo saben bien. No se trata de una enumeración estanca, puesto que se amplían y modifican con el tiempo y la experiencia.
1. TERRORES DEL CUERPO:
En este primer bloque, topamos con miedos que, aparte de crear en nosotros la necesidad de cambiar nuestro físico, pueden derivar en problemas más complicados (psicológicos) como los trastornos alimenticios o la depresión.
En primer lugar, hablaremos del Terror a ser viejo: Es el más asentado y cuyo remedio no es nada sencillo. Parte de la base de la consideración de "joven", establecida entre los 20 y los 35 años, así que superar tal edad, se plantea como un tránsito en el que dejamos atrás el ideal de belleza y juventud establecido, a sabiendas que se trata de una etapa mucho más larga que las anteriores, y ahí se produce el miedo a envejecer. Nos olvidamos que las canas son signo de inteligencia, experiencia y serenidad y nos sentimos culpables e infelices.
Para la mujer, esto es aún más acusado, y el ejemplo se convertirá en un continúo a lo largo de los terrores. En Occidente criticamos el trato que se da a las mujeres árabes, pero no nos damos cuenta que su burka es visible, pero que los mecanismos de opresión aquí son invisibles, y eso los torna, en muchos momentos, peores que los orientales. Los hombres árabes dominan el espacio (por ejemplo, las mujeres no pueden ir solas a las mezquitas), pero en occidente, los hombres dominan el tiempo, y marcan los patrones ideales femeninos en imágenes de jovencitas aniñadas, haciendo que las mujeres tomen como vergonzante el fantástico progreso hacia la madurez.
El modo de crear este terror es mediante el "asesinato visual", del que hablaremos en más ocasiones durante este resumen, (similar al ya nombrado en el proyecto Queso "currículum nulo") que consiste en la ausencia de representaciones visuales de personas viejas. Y cuando se representan, y esto ya es cosa mía, es para hacer alusión a los achaques de la edad, es decir, a la necesidad de tener dentadura, a que hayan perdido apetito sexual o no puedan tener relaciones con normalidad, o a que su cara esté como una pasa.
El segundo terror es a ser gordo, en el que, de nuevo, son las mujeres las más perjudicadas. Independientemente de que estar delgada (dentro de una buena delgadez, se entiende) signifique estar sano, la normal de entrar en el canon de medidas no está escrita, pero todas la tenemos en mente y se vuelve una preocupación. De este terror deriva un problemática mayor, y de nuevo psicológica, ya que el dudar de nuestro cuerpo y sus formas nos impide estar seguras de nosotras mismas, considerando que sólo podemos entrar en el canon cuando nos sacrificamos para estar bellas para los demás, porque como he dicho antes, no es cuestión de salud, sino de opinión ajena que deriva en la propia. De este terror subyace otro, que es el terror a estar embarazada, puesto que este proceso cambia y transforma el cuerpo haciendo que nos salgamos de la delgadez.
Terror a no tener unos dientes perfectos es el tercero, y junto con los anteriores, hace que los dentistas y cirujanos plásticos en el caso anterior, se froten las manos. Estos médicos (que lo son!)parece que han olvidado el juramento hipocrático y con el su labor, curar a las personas y sólo buscan el beneficio económico.
Pasamos al siguiente, terror al pelo, y esto ataca a los dos géneros. A los hombres, por un lado con la calvicie, ya que el hecho de no tener pelo se relaciona con no ser joven, y por otro, con la barba. El elemento que antes daba un matiz interesante, sabio y maduro (fijémonos en filósofos y emperadores romanos) lo han convertido en un símbolo que parece representar a comunistas y moros, y todas las connotaciones que esto tiene. Por otra parte, el terror de las mujeres es a no estar depiladas(ojo con toda la industria que se genera alrededor de este terror y el dinero que se invierte en eliminarlo) y a tener el pelo corto,ya que se considera el pelo largo como símbolo de belleza. Tanto para unos como para otros,el pelo genera otros miedos, por ejemplo, a las canas (lo tengo yo y tengo 28 años) que se relaciona con el miedo a la vejez y el miedo al pelo moreno y con ello, a no ser de raza blanca.
Continuamos con el terror a los genitales pequeños, que para las mujeres se ve reflejado en tener un pecho grande y bien puesto...vamos, ese con el que no necesitas mesa para comer. Una con los años ha aprendido a conformarse con lo que le ha tocado, y en este caso, soy del grupo de seno pequeño, lo que me permite correr con alegría y sin dolores de espalda y dormir boca abajo sin problema...así que bienvenido sea. En la mayoría de las representaciones de mujeres, éstas se presentan tremendamente delgadas y grandisimos pechos, algo contradictorio y poco probable en un cuerpo femenino natural. Pero tranquilos, ahi están las clínicas para salvarnos a todas y transformarnos en muñecas hinchables, tan hinchadas como sus cuentas corrientes.
Los hombres, y casi más que las mujeres por eso de ser más traumático (creo) yo, se ven atacados por las dudas que genera su tamaño del pene, ya que se un miembro viril de "gran formato" se vincula a poseer poder sexual y al vigor de la juventud. De nuevo los terrores se relacionan y este último se une al terror a ser viejo. Mi cerebro, a veces racional, tiene muy claro que no consiste en tamaño, sino en buen uso, pero ese, es otro tema.
Llegamos casi al final dentro de este apartado y encontramos en terror a estar pálido, para darnos cuenta de cómo ha cambiado el canon de belleza a lo largo de la historia. En épocas pasadas las mujeres se maquillaban en exceso para parecer de porcelana, pero en la actualidad, ser torna necesario tener la piel morena caribeña. ¿Por qué? Porque si estás moreno significa que tú te has ido de vacaciones y el del al lado no. Se trata de estatus en este caso y representa el lujo de no hacer nada y poder estar tomando el solo mientras que el vecino trabaja largas jornadas recluido en una oficina.
He encontrado una imagen que ridiculiza bastante esto, y posiblemente sea feo ponerla aquí, pero para eso es mi blog, para poner lo que me de la gana.
Por último encontramos el terror a estar enfermo. Los médicos y empresas, mediante sus publicidades y apariciones en los medios, han conseguido crear el "mito de los pacientes informados", consiguiendo que se nos autopreescribirnos medicamentos para paliar algo que no sabemos que tenemos, pero que con el atiborre de riesgos excesivos de los que nos informan consideramos que si que lo tenemos, con el objetivo de no ir al médico. Las mujeres vuelven a tener un lugar especial en este apartado con el terror a estar menopaúsica, que se confiere, en la actualidad, como un proceso horrible y toma el matiz de enfermedad, cuando se trata de un proceso natural.
Los productos de consumo generados para salvarnos de estos terrores no son necesarios, sino que la industria, mediante las imágenes, ya sean como fijas o como spots publicitarios televisivos, los presenta como imprescindibles para que podamos mitigarlos y eliminar algo que han creado ellos, fundamentalmente a través de las imágenes, para llenarse lo bolsillos.
También es necesario recalcar el daño que hacen al género femenino occidental, que se ve atacado en todos ellos, generando así una opresión invisible que permite mantener los roles sociales de género y dejarlas a sombra de los hombres.
2. LOS TERRORES DE CLASE
Este segundo apartado habla, en esencia, de las diferencias que se marcan a través de los terrores entre clases sociales, consiguiendo mediante las imágenes que sintamos la necesidad de incluirnos en la clase económica acomodada, en la "alta", derivando en el terror a ser pobre. Si bien es cierto que todos queremos prosperar, ya no se busca tener los medios para llevar un vida sin necesidades, sino la opulencia y por ello se configura como un terror de cara a los demás. Todo el consumo desmedido es para crearnos la ilusión de pertenecer a una clase social más alta, creándonos un identidad falsa.
El primer lugar encontramos el terror a no ir de marca, cuyos mayores afectados son los adolescentes y jóvenes, que consideran esencial vestir/usar accesorios de renombre. Ningún producto queda libre de no estar ligado a un símbolo, y si no es así, no existe para los consumidores, que consideran que esa marca te incluye en la clase social alta de la que hablábamos antes. Llevar una marca u otra te configura, construye la identidad del comprador.
El terror a no tener una casa como las de las revistas, nos lleva a la necesidad de cambiar a menudo el mobiliario. El concepto ha cambiado mucho con el tiempo, antes se compraban muebles para toda una vida, pero ahora empresas como Ikea presentan innovaciones continuas que nos obligan a estar a la moda y reciclar nuestra decoración para poder estar a la última. Bajo el supuesto de comprar barato (y de poca calidad, creo yo)se nos genera la necesidad de mostrar al exterior quienes somos mediante lo que tenemos, o más bien quienes creemos que somos. Están los tiempos como para comprar una casa y ponerla al nivel que nos obliga el mercado. Me vienen a la cabeza, y a colación de ésto, todos los programas nuevos que salen en la televisión cuyo tema es "casas de los ricos". A mi juicio creo que son programas de apoyan y refuerzan este terror, ya que muestran las casas que todos creemos desear y que pocos pueden permitirse, para así tener a la población de la clase social media y baja con los dientes largos por lo que otros pueden poseer y tu no.
Un poco hilado se destila el terror a no tener un segunda residencia, creada por el capital mediante las programaciones en televisión. Quienes la tienen representan la felicidad y quien no, el deseo de tenerla.
Actualmente e impulsado por la industria turística se presenta el terror a no ir de vacaciones. Si no puedes permitírtelo eres un excluido y un pobretón. Ir de vacaciones significa consumir y dar dinero a las grandes empresas, no estar relajado y descansar. Pero eso nos venden y eso compramos.
Terror a no ver la peli, serie, espectáculo de moda: Una de las industrias más importantes y activas del campo visual es la del entretenimiento, que ofreciéndonos oportunidades de diversión trata de organizar nuestra forma de pensar. Todas estas opciones se ramifican asociando elementos de consumo, como por ejemplo, con el cine comercial, que no contento con ver un bodrio de película te compras la camiseta con el mejor chiste de la misma. Al ver algo que nos interesa, indirectamente, consumimos aquello que le acompaña, es decir, la publicidad que en ella se emite. Para consumir todos estos productos se crea un contraterror: el terror a no consumirlos.
El terror a no ser deportista se genera eligiendo un deporte sin mucha afición, eligiendo un deportista del mismo y embutiendole en marcas comerciales y realizando eventos en todos los medios. De esta forma, deporte y deportista se convierten en un producto comercial en masa. El mundo de fútbol se lleva la palma y amplía su red hasta límites insospechados. Como vemos, no hablamos de las repercusiones positivas que implica la realización de un deporte en nuestra salud, sino aparentar practicarlo o seguirlo o utilizar lo que los deportistas de renombre utilizan. Y he aquí a Iker Casillas, que no tendrá suficiente pasta que tienen que promocionar un champú, el pobre.
Por último encontramos el terror a no estar tecnológicamente adaptado, y con ello el miedo a no estar localizados ni informados. Se trata de un campo en continua transformación y evolución, que obliga a reciclar nuestra infraestructura continuamente. El problema aquí es el endeudamiento, del que los bancos extraen contantes beneficios mediante los créditos.
3. TERRORES CULTURALES
A diferencia de los anteriores, no generan beneficios, sino adeptos a creencias, por lo que hablamos de terrores mentales que nos terminan afectando en nuestra vida. Apoyando una u otra creencia/ideología/... se nos encasilla en un grupo concreto.
El terror a no ser blanco obviamente está generado por hombres blancos y de él se desprende el terror a ser negro o hacia los negros. Reconocer ser racista no es políticamente correcto, y medio mundo se te echará encima, pero mantener de forma sutil es sentimiento de supremacía es sencillo mediante el lenguaje visual, sólo hay que ver las representaciones/personificaciones de personas negras, siempre relacionadas con cantantes, bailarines, objetos sexuales y deportistas, pero nunca de profesiones que tienen un reconocimiento social y prestigio mayor, como abogados, médicos,...así dan a entender que sólo sirven para lo representado. Tampoco se escapan a imágenes de situaciones trágicas, como algunas de inmigración, masacres...todas ellas producidas por el hombre blanco y los finos hilos que maneja desde su sillón occidental. Cuando esas tragedias se producen al día en el "blanco" se produce otro asesinato visual, desapareciendo de la hiperrealidad. A este terror, las personas negras responde con la necesidad de parecerse a personas blancas mediante retoques estéticos.
Como no podía ser menos, y llevo anunciándolo en todo este escrito, existe el terror a ser mujer. Al igual que está muy feo considerarse racista, lo está ser machista y considerar a las mujeres como un rango inferior, así que la táctica es la misma, no declararlo abiertamente, pero si a través de representaciones estereotipadas de ellas.
Por un lado están las imágenes de las mujeres visualmente correctas, es decir, aquellas en las que se exalta el cuerpo femenino, más bien que se presenta como un objeto sexual. Esto lo vemos en todos los tipos de prensa y de manera más acusada en la pornografía. Imágenes en las que las mujeres tiene un lenguaje corporal "abierto", sensual y claramente sexual (poca ropa, posición de brazos y piernas...). Lo peor de todo que hemos interiorizado de tal forma este rol, que cuando posamos para una foto, nosotras misma y de manera espontánea, nos plantamos de esta guisa.
Una de las modalidades de mujer objeto, es la mujer princesa, de clase alta, peripuesta y amoldada a su marido. Se trata de unas imágenes transmitidas por las películas de dibujos y la prensa del corazón (sigo convencida que Disney ha creado un trauma colectivo a una generación importante de mujeres, plasmando estereotipos de mujeres ideales que se casan con príncipes azules, que no los hay, valga decirlo). Un ejemplo claro son las jóvenes mujeres de los millonarios, que son presentadas como un trofeo más y parece que quieren decir que ofrecen belleza a cambio del dinero.
También encontramos la "mujer madre", prima de la princesa, obligada a reconvertirse una vez dado a luz para volver a ser esa MUJER (con todo lo que conlleva y ya hemos hablado) que le han obligado a ser.
Por último está la "mujer-hombre", es decir, aquellas que han podido acceder a puesto de trabajo claramente diseñados por y para hombres cuya representación es una estética masculina. Trabajan en puestos reservados a hombres y han de transformarse en ellos para ser uno más (abogados, mujeres de negocios, científicas...todas ellas vestidas de traje de chaqueta y maletín de cuero).
Por otro lado, están las imágenes de las mujeres visualmente incorrectas, aquellas que son una mofa de la mujer y se presentan como la oposición a la mujer objeto, como por ejemplo las brujas, que no les basta con ser feas, gordas y viejas, que son, ante todo, malas. En los cuentos no hay malOs, sino malAs. Mujeres vengativas y llenas de verrugas y odio que lo único que quieren es fastidiarle la vida a la mujer visualmente correcta.
No todas las incorrectas son brujas, también está la mujer fatal, que no contenta, la pobre, con ser mujer objeto es peligrosa. Se trata de una mujer sexualmente activa, libre y que trata a los hombres como muchos lo hacen con el género femenino, pero en este caso, es castigada y marginada por su libertinaje y por llevar al hombre a la desesperación y la locura.
Por último, dentro de los terrores culturales está el terror a ser homosexual. Visualmente más dirigido a los hombres mediante sus representaciones de locas con plumas, pero más aterrador, y valga la redundancia, en mujeres, puesto que para ellas se produce el asesinato visual de nuevo. Las imágenes con casi más un burla que una mera representación. Pese a que los personajes famoso que reconocen su homosexualidad abren poco a poco un camino, no es suficiente, y siguen existiendo los estereotipos que dañan y atacan a los hombres y mujeres, especialmente en edades tempranas.
3. LOS TERRORES POLÍTICOS:
Terror a no ser occidental/terror al Tercer Mundo: La inmigración, en muchos casos, tiene su origen en la visión que se da de las paradisíacas grandes ciudades del primer mundo, donde nos venden que hay oportunidades. Del mismo modo, se muestra que los lugares de donde proceden los inmigrantes don infiernos en la Tierra (fotos de guerras, masacres, catástrofes...), ocultando así las realidades miserables que se dan en los supuesto países desarrollados. De esta forma, los que pertenecen a estos países consideran que viven bien, y que las atrocidades sólo suceden en lugares lejanos a nosotros, cerrando los ojos ante lo que ocurre en nuestro mismo vecindario.
El terror a no ser pro EE.UU. Las imágenes de series y películas no llevan a alabar la forma de vida y moral estadounidense, sus costumbres, modas y su forma de ver el mundo y actuar en relación a él (y manda narices, con perdón, que es la potencia mundial más contradictoria e hipócrita que hay). Su tendencia es crear personajes que presentan una imagen muy diferente a las situaciones en las que tal país ha metido la mano o ha sido directamente partícipe. Son personajes-héroes (algunas veces víctimas), que muestran una falsa realidad, en la que, por supuesto, se muestra como víctima o verdugo, según convenga al país de las barras y estrellas. Sus películas esconden una política implícita (no a la cara, por favor) de alianzas y enemistades que nos llega y se nos mete dentro.
Por último, y de este me río yo, es el terror a no ser monárquico, por lo tanto, a ser republicano. Especialmente llevado a cabo por la prensa rosa, que manipula/oculta imágenes que favorecen a los integrantes de la corona (y mira que ahora lo tienen difícil, ejem, ejem), del mismo modo que anulan todas aquellas que representan la afinidad a la bandera tricolor. La influencia de la realza en las imágenes se extiende hacia otros campos como la moda, los deportes (de pijos) y el lujo, algo que de nuevo aprovecha la industria para llenarse los bolsillos.
4. LOS TERRORES RELIGIOSOS
LLegamos al final de la clasificación, no por orden de imposición ni importancia, sea dicho, y encontramos el terror a ser musulmán. Las características físicas de los seguidores del Islam ha ido cambiando hacia atributos negativos (como si todos fuesen Bin Laden y estuvieran preparando algo), dejándolos siempre al límite de la sospecha. Se trata de un terror relacionado con el terror al Tercer Mundo y o no ser occidental y hay que tener en cuenta que los contextos en los que se representan son extremos (guerras, violencia) y no son cercanos, en su ciudad, tomando tranquilamente un té.
Ahora viene lo complicado...¿cómo analizar todo esto? Si pienso en mí, creo que lo mejor que puedo hacer es ver sólo cine independiente y no volver a encender la tele en mi vida. Como mujer y como persona puedo verme atacada por muchos de los terrores de la lista: mi cuerpo no es ni mucho menos escultural, tengo pelo por genética paterna, mis dientes los son de una fumadora empedernida, soy algo aprensiva con las enfermedades (pero no creo en las pastillas y en los médicos). Respecto a los terrores culturales, a excepción del de ser mujer, creo que son los que menos me afectan, pero seguro me veré en la situación que diga lo contrario, y me tendré que callar la boca. Respecto a los políticos he de decir que si que no me toca nada, estoy orgullosa de ser republicana y de considerar a EE.UU. como la basura que son. Pero nadie está libre de ellos, y eso es preocupante. Por un lado o por otro, gente invisible a nuestros ojos manejará los hilos para crear necesidades y enriquecerse a costa de los miedos ajenos. Y es que el miedo es libre, y te atrapa, y vencerlo, es muy complicado. De eso se aprovechan los poderosos, que no contentos con situarse por encima del resto, ve la oportunidad de liberarse de sus complejos generándoselos a los demás. Tremendo mundo este en el que vivimos...con razón digo que quisiera ser de otro planeta.
En este primer bloque, topamos con miedos que, aparte de crear en nosotros la necesidad de cambiar nuestro físico, pueden derivar en problemas más complicados (psicológicos) como los trastornos alimenticios o la depresión.
En primer lugar, hablaremos del Terror a ser viejo: Es el más asentado y cuyo remedio no es nada sencillo. Parte de la base de la consideración de "joven", establecida entre los 20 y los 35 años, así que superar tal edad, se plantea como un tránsito en el que dejamos atrás el ideal de belleza y juventud establecido, a sabiendas que se trata de una etapa mucho más larga que las anteriores, y ahí se produce el miedo a envejecer. Nos olvidamos que las canas son signo de inteligencia, experiencia y serenidad y nos sentimos culpables e infelices.
Para la mujer, esto es aún más acusado, y el ejemplo se convertirá en un continúo a lo largo de los terrores. En Occidente criticamos el trato que se da a las mujeres árabes, pero no nos damos cuenta que su burka es visible, pero que los mecanismos de opresión aquí son invisibles, y eso los torna, en muchos momentos, peores que los orientales. Los hombres árabes dominan el espacio (por ejemplo, las mujeres no pueden ir solas a las mezquitas), pero en occidente, los hombres dominan el tiempo, y marcan los patrones ideales femeninos en imágenes de jovencitas aniñadas, haciendo que las mujeres tomen como vergonzante el fantástico progreso hacia la madurez.
Cuidado con el anuncio, que se las trae. |
El modo de crear este terror es mediante el "asesinato visual", del que hablaremos en más ocasiones durante este resumen, (similar al ya nombrado en el proyecto Queso "currículum nulo") que consiste en la ausencia de representaciones visuales de personas viejas. Y cuando se representan, y esto ya es cosa mía, es para hacer alusión a los achaques de la edad, es decir, a la necesidad de tener dentadura, a que hayan perdido apetito sexual o no puedan tener relaciones con normalidad, o a que su cara esté como una pasa.
El segundo terror es a ser gordo, en el que, de nuevo, son las mujeres las más perjudicadas. Independientemente de que estar delgada (dentro de una buena delgadez, se entiende) signifique estar sano, la normal de entrar en el canon de medidas no está escrita, pero todas la tenemos en mente y se vuelve una preocupación. De este terror deriva un problemática mayor, y de nuevo psicológica, ya que el dudar de nuestro cuerpo y sus formas nos impide estar seguras de nosotras mismas, considerando que sólo podemos entrar en el canon cuando nos sacrificamos para estar bellas para los demás, porque como he dicho antes, no es cuestión de salud, sino de opinión ajena que deriva en la propia. De este terror subyace otro, que es el terror a estar embarazada, puesto que este proceso cambia y transforma el cuerpo haciendo que nos salgamos de la delgadez.
Muy gráfico, si señor. |
Terror a no tener unos dientes perfectos es el tercero, y junto con los anteriores, hace que los dentistas y cirujanos plásticos en el caso anterior, se froten las manos. Estos médicos (que lo son!)parece que han olvidado el juramento hipocrático y con el su labor, curar a las personas y sólo buscan el beneficio económico.
Pasamos al siguiente, terror al pelo, y esto ataca a los dos géneros. A los hombres, por un lado con la calvicie, ya que el hecho de no tener pelo se relaciona con no ser joven, y por otro, con la barba. El elemento que antes daba un matiz interesante, sabio y maduro (fijémonos en filósofos y emperadores romanos) lo han convertido en un símbolo que parece representar a comunistas y moros, y todas las connotaciones que esto tiene. Por otra parte, el terror de las mujeres es a no estar depiladas(ojo con toda la industria que se genera alrededor de este terror y el dinero que se invierte en eliminarlo) y a tener el pelo corto,ya que se considera el pelo largo como símbolo de belleza. Tanto para unos como para otros,el pelo genera otros miedos, por ejemplo, a las canas (lo tengo yo y tengo 28 años) que se relaciona con el miedo a la vejez y el miedo al pelo moreno y con ello, a no ser de raza blanca.
Continuamos con el terror a los genitales pequeños, que para las mujeres se ve reflejado en tener un pecho grande y bien puesto...vamos, ese con el que no necesitas mesa para comer. Una con los años ha aprendido a conformarse con lo que le ha tocado, y en este caso, soy del grupo de seno pequeño, lo que me permite correr con alegría y sin dolores de espalda y dormir boca abajo sin problema...así que bienvenido sea. En la mayoría de las representaciones de mujeres, éstas se presentan tremendamente delgadas y grandisimos pechos, algo contradictorio y poco probable en un cuerpo femenino natural. Pero tranquilos, ahi están las clínicas para salvarnos a todas y transformarnos en muñecas hinchables, tan hinchadas como sus cuentas corrientes.
Los hombres, y casi más que las mujeres por eso de ser más traumático (creo) yo, se ven atacados por las dudas que genera su tamaño del pene, ya que se un miembro viril de "gran formato" se vincula a poseer poder sexual y al vigor de la juventud. De nuevo los terrores se relacionan y este último se une al terror a ser viejo. Mi cerebro, a veces racional, tiene muy claro que no consiste en tamaño, sino en buen uso, pero ese, es otro tema.
Llegamos casi al final dentro de este apartado y encontramos en terror a estar pálido, para darnos cuenta de cómo ha cambiado el canon de belleza a lo largo de la historia. En épocas pasadas las mujeres se maquillaban en exceso para parecer de porcelana, pero en la actualidad, ser torna necesario tener la piel morena caribeña. ¿Por qué? Porque si estás moreno significa que tú te has ido de vacaciones y el del al lado no. Se trata de estatus en este caso y representa el lujo de no hacer nada y poder estar tomando el solo mientras que el vecino trabaja largas jornadas recluido en una oficina.
He encontrado una imagen que ridiculiza bastante esto, y posiblemente sea feo ponerla aquí, pero para eso es mi blog, para poner lo que me de la gana.
Por último encontramos el terror a estar enfermo. Los médicos y empresas, mediante sus publicidades y apariciones en los medios, han conseguido crear el "mito de los pacientes informados", consiguiendo que se nos autopreescribirnos medicamentos para paliar algo que no sabemos que tenemos, pero que con el atiborre de riesgos excesivos de los que nos informan consideramos que si que lo tenemos, con el objetivo de no ir al médico. Las mujeres vuelven a tener un lugar especial en este apartado con el terror a estar menopaúsica, que se confiere, en la actualidad, como un proceso horrible y toma el matiz de enfermedad, cuando se trata de un proceso natural.
Los productos de consumo generados para salvarnos de estos terrores no son necesarios, sino que la industria, mediante las imágenes, ya sean como fijas o como spots publicitarios televisivos, los presenta como imprescindibles para que podamos mitigarlos y eliminar algo que han creado ellos, fundamentalmente a través de las imágenes, para llenarse lo bolsillos.
También es necesario recalcar el daño que hacen al género femenino occidental, que se ve atacado en todos ellos, generando así una opresión invisible que permite mantener los roles sociales de género y dejarlas a sombra de los hombres.
2. LOS TERRORES DE CLASE
Este segundo apartado habla, en esencia, de las diferencias que se marcan a través de los terrores entre clases sociales, consiguiendo mediante las imágenes que sintamos la necesidad de incluirnos en la clase económica acomodada, en la "alta", derivando en el terror a ser pobre. Si bien es cierto que todos queremos prosperar, ya no se busca tener los medios para llevar un vida sin necesidades, sino la opulencia y por ello se configura como un terror de cara a los demás. Todo el consumo desmedido es para crearnos la ilusión de pertenecer a una clase social más alta, creándonos un identidad falsa.
El primer lugar encontramos el terror a no ir de marca, cuyos mayores afectados son los adolescentes y jóvenes, que consideran esencial vestir/usar accesorios de renombre. Ningún producto queda libre de no estar ligado a un símbolo, y si no es así, no existe para los consumidores, que consideran que esa marca te incluye en la clase social alta de la que hablábamos antes. Llevar una marca u otra te configura, construye la identidad del comprador.
El terror a no tener una casa como las de las revistas, nos lleva a la necesidad de cambiar a menudo el mobiliario. El concepto ha cambiado mucho con el tiempo, antes se compraban muebles para toda una vida, pero ahora empresas como Ikea presentan innovaciones continuas que nos obligan a estar a la moda y reciclar nuestra decoración para poder estar a la última. Bajo el supuesto de comprar barato (y de poca calidad, creo yo)se nos genera la necesidad de mostrar al exterior quienes somos mediante lo que tenemos, o más bien quienes creemos que somos. Están los tiempos como para comprar una casa y ponerla al nivel que nos obliga el mercado. Me vienen a la cabeza, y a colación de ésto, todos los programas nuevos que salen en la televisión cuyo tema es "casas de los ricos". A mi juicio creo que son programas de apoyan y refuerzan este terror, ya que muestran las casas que todos creemos desear y que pocos pueden permitirse, para así tener a la población de la clase social media y baja con los dientes largos por lo que otros pueden poseer y tu no.
Un poco hilado se destila el terror a no tener un segunda residencia, creada por el capital mediante las programaciones en televisión. Quienes la tienen representan la felicidad y quien no, el deseo de tenerla.
Actualmente e impulsado por la industria turística se presenta el terror a no ir de vacaciones. Si no puedes permitírtelo eres un excluido y un pobretón. Ir de vacaciones significa consumir y dar dinero a las grandes empresas, no estar relajado y descansar. Pero eso nos venden y eso compramos.
Terror a no ver la peli, serie, espectáculo de moda: Una de las industrias más importantes y activas del campo visual es la del entretenimiento, que ofreciéndonos oportunidades de diversión trata de organizar nuestra forma de pensar. Todas estas opciones se ramifican asociando elementos de consumo, como por ejemplo, con el cine comercial, que no contento con ver un bodrio de película te compras la camiseta con el mejor chiste de la misma. Al ver algo que nos interesa, indirectamente, consumimos aquello que le acompaña, es decir, la publicidad que en ella se emite. Para consumir todos estos productos se crea un contraterror: el terror a no consumirlos.
El terror a no ser deportista se genera eligiendo un deporte sin mucha afición, eligiendo un deportista del mismo y embutiendole en marcas comerciales y realizando eventos en todos los medios. De esta forma, deporte y deportista se convierten en un producto comercial en masa. El mundo de fútbol se lleva la palma y amplía su red hasta límites insospechados. Como vemos, no hablamos de las repercusiones positivas que implica la realización de un deporte en nuestra salud, sino aparentar practicarlo o seguirlo o utilizar lo que los deportistas de renombre utilizan. Y he aquí a Iker Casillas, que no tendrá suficiente pasta que tienen que promocionar un champú, el pobre.
Por último encontramos el terror a no estar tecnológicamente adaptado, y con ello el miedo a no estar localizados ni informados. Se trata de un campo en continua transformación y evolución, que obliga a reciclar nuestra infraestructura continuamente. El problema aquí es el endeudamiento, del que los bancos extraen contantes beneficios mediante los créditos.
3. TERRORES CULTURALES
A diferencia de los anteriores, no generan beneficios, sino adeptos a creencias, por lo que hablamos de terrores mentales que nos terminan afectando en nuestra vida. Apoyando una u otra creencia/ideología/... se nos encasilla en un grupo concreto.
El terror a no ser blanco obviamente está generado por hombres blancos y de él se desprende el terror a ser negro o hacia los negros. Reconocer ser racista no es políticamente correcto, y medio mundo se te echará encima, pero mantener de forma sutil es sentimiento de supremacía es sencillo mediante el lenguaje visual, sólo hay que ver las representaciones/personificaciones de personas negras, siempre relacionadas con cantantes, bailarines, objetos sexuales y deportistas, pero nunca de profesiones que tienen un reconocimiento social y prestigio mayor, como abogados, médicos,...así dan a entender que sólo sirven para lo representado. Tampoco se escapan a imágenes de situaciones trágicas, como algunas de inmigración, masacres...todas ellas producidas por el hombre blanco y los finos hilos que maneja desde su sillón occidental. Cuando esas tragedias se producen al día en el "blanco" se produce otro asesinato visual, desapareciendo de la hiperrealidad. A este terror, las personas negras responde con la necesidad de parecerse a personas blancas mediante retoques estéticos.
Ruanda. 1994 |
Como no podía ser menos, y llevo anunciándolo en todo este escrito, existe el terror a ser mujer. Al igual que está muy feo considerarse racista, lo está ser machista y considerar a las mujeres como un rango inferior, así que la táctica es la misma, no declararlo abiertamente, pero si a través de representaciones estereotipadas de ellas.
Por un lado están las imágenes de las mujeres visualmente correctas, es decir, aquellas en las que se exalta el cuerpo femenino, más bien que se presenta como un objeto sexual. Esto lo vemos en todos los tipos de prensa y de manera más acusada en la pornografía. Imágenes en las que las mujeres tiene un lenguaje corporal "abierto", sensual y claramente sexual (poca ropa, posición de brazos y piernas...). Lo peor de todo que hemos interiorizado de tal forma este rol, que cuando posamos para una foto, nosotras misma y de manera espontánea, nos plantamos de esta guisa.
Es necesario remarcar que el anuncio es de champú |
También encontramos la "mujer madre", prima de la princesa, obligada a reconvertirse una vez dado a luz para volver a ser esa MUJER (con todo lo que conlleva y ya hemos hablado) que le han obligado a ser.
Por último está la "mujer-hombre", es decir, aquellas que han podido acceder a puesto de trabajo claramente diseñados por y para hombres cuya representación es una estética masculina. Trabajan en puestos reservados a hombres y han de transformarse en ellos para ser uno más (abogados, mujeres de negocios, científicas...todas ellas vestidas de traje de chaqueta y maletín de cuero).
Por otro lado, están las imágenes de las mujeres visualmente incorrectas, aquellas que son una mofa de la mujer y se presentan como la oposición a la mujer objeto, como por ejemplo las brujas, que no les basta con ser feas, gordas y viejas, que son, ante todo, malas. En los cuentos no hay malOs, sino malAs. Mujeres vengativas y llenas de verrugas y odio que lo único que quieren es fastidiarle la vida a la mujer visualmente correcta.
No todas las incorrectas son brujas, también está la mujer fatal, que no contenta, la pobre, con ser mujer objeto es peligrosa. Se trata de una mujer sexualmente activa, libre y que trata a los hombres como muchos lo hacen con el género femenino, pero en este caso, es castigada y marginada por su libertinaje y por llevar al hombre a la desesperación y la locura.
Por último, dentro de los terrores culturales está el terror a ser homosexual. Visualmente más dirigido a los hombres mediante sus representaciones de locas con plumas, pero más aterrador, y valga la redundancia, en mujeres, puesto que para ellas se produce el asesinato visual de nuevo. Las imágenes con casi más un burla que una mera representación. Pese a que los personajes famoso que reconocen su homosexualidad abren poco a poco un camino, no es suficiente, y siguen existiendo los estereotipos que dañan y atacan a los hombres y mujeres, especialmente en edades tempranas.
3. LOS TERRORES POLÍTICOS:
Terror a no ser occidental/terror al Tercer Mundo: La inmigración, en muchos casos, tiene su origen en la visión que se da de las paradisíacas grandes ciudades del primer mundo, donde nos venden que hay oportunidades. Del mismo modo, se muestra que los lugares de donde proceden los inmigrantes don infiernos en la Tierra (fotos de guerras, masacres, catástrofes...), ocultando así las realidades miserables que se dan en los supuesto países desarrollados. De esta forma, los que pertenecen a estos países consideran que viven bien, y que las atrocidades sólo suceden en lugares lejanos a nosotros, cerrando los ojos ante lo que ocurre en nuestro mismo vecindario.
El terror a no ser pro EE.UU. Las imágenes de series y películas no llevan a alabar la forma de vida y moral estadounidense, sus costumbres, modas y su forma de ver el mundo y actuar en relación a él (y manda narices, con perdón, que es la potencia mundial más contradictoria e hipócrita que hay). Su tendencia es crear personajes que presentan una imagen muy diferente a las situaciones en las que tal país ha metido la mano o ha sido directamente partícipe. Son personajes-héroes (algunas veces víctimas), que muestran una falsa realidad, en la que, por supuesto, se muestra como víctima o verdugo, según convenga al país de las barras y estrellas. Sus películas esconden una política implícita (no a la cara, por favor) de alianzas y enemistades que nos llega y se nos mete dentro.
Por último, y de este me río yo, es el terror a no ser monárquico, por lo tanto, a ser republicano. Especialmente llevado a cabo por la prensa rosa, que manipula/oculta imágenes que favorecen a los integrantes de la corona (y mira que ahora lo tienen difícil, ejem, ejem), del mismo modo que anulan todas aquellas que representan la afinidad a la bandera tricolor. La influencia de la realza en las imágenes se extiende hacia otros campos como la moda, los deportes (de pijos) y el lujo, algo que de nuevo aprovecha la industria para llenarse los bolsillos.
4. LOS TERRORES RELIGIOSOS
LLegamos al final de la clasificación, no por orden de imposición ni importancia, sea dicho, y encontramos el terror a ser musulmán. Las características físicas de los seguidores del Islam ha ido cambiando hacia atributos negativos (como si todos fuesen Bin Laden y estuvieran preparando algo), dejándolos siempre al límite de la sospecha. Se trata de un terror relacionado con el terror al Tercer Mundo y o no ser occidental y hay que tener en cuenta que los contextos en los que se representan son extremos (guerras, violencia) y no son cercanos, en su ciudad, tomando tranquilamente un té.
Ahora viene lo complicado...¿cómo analizar todo esto? Si pienso en mí, creo que lo mejor que puedo hacer es ver sólo cine independiente y no volver a encender la tele en mi vida. Como mujer y como persona puedo verme atacada por muchos de los terrores de la lista: mi cuerpo no es ni mucho menos escultural, tengo pelo por genética paterna, mis dientes los son de una fumadora empedernida, soy algo aprensiva con las enfermedades (pero no creo en las pastillas y en los médicos). Respecto a los terrores culturales, a excepción del de ser mujer, creo que son los que menos me afectan, pero seguro me veré en la situación que diga lo contrario, y me tendré que callar la boca. Respecto a los políticos he de decir que si que no me toca nada, estoy orgullosa de ser republicana y de considerar a EE.UU. como la basura que son. Pero nadie está libre de ellos, y eso es preocupante. Por un lado o por otro, gente invisible a nuestros ojos manejará los hilos para crear necesidades y enriquecerse a costa de los miedos ajenos. Y es que el miedo es libre, y te atrapa, y vencerlo, es muy complicado. De eso se aprovechan los poderosos, que no contentos con situarse por encima del resto, ve la oportunidad de liberarse de sus complejos generándoselos a los demás. Tremendo mundo este en el que vivimos...con razón digo que quisiera ser de otro planeta.
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